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Roger Alier (1941-2023). In memoriam

Domènec González de la Rubia
Compositor



(Nº 45, verano, 2023)


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NECROLÓGICA

 


Hace unos días nos dejó Roger Alier, una de las personas que mejor representaba el amor por la ópera en una ciudad como Barcelona, donde son muchos los amantes de este género musical.

A principios de los años 80, cuando aún yo era un estudiante, frecuentaba con asiduidad el Gran Teatro del Liceo. Tenía entonces la gran suerte de tener una compañera de clase que estudiaba canto en el conservatorio y, por tanto, disponía de entradas gratuitas para el gallinero del teatro. Un buen día me preguntó si querría aprovecharlas y, como yo no podía permitirme pagarlas, acepté encantado su ofrecimiento.

Aún recuerdo el peculiar sistema que había para lograr un asiento en las gradas superiores. Cuando en la calle lateral del teatro se abrían las puertas (no las generales, sino unas secundarias) debíamos subir varios pisos a toda prisa con el fin de llegar antes que los demás a nuestro destino, y así encontrar acomodo en un gallinero en el que debías estirar bien el cuello sí querías divisar el escenario. Gracias a que en aquellos días yo era galgo corredor, pude disfrutar de jornadas inolvidables en el mejor ambiente posible, en el de los verdaderos aficionados, en el de los que gritaban a pleno pulmón si un artista no daba la nota correcta u omitía algún fragmento.

En fin, recuerdos de un mundo ya desaparecido. Es en este mundo, del amante del teatro que conocía cada intérprete a la perfección, en el que Roger Alier era apreciado como un adalid.

Su padre, el psiquiatra Joaquim Alier i Gómez, ejerció su actividad médica en destinos como Nueva Guinea, Australia, Java o Venezuela, y fue precisamente en este último país en el que Roger nació en 1941. Joaquim Alier también ejercería su actividad en Nueva York, retornando a Barcelona en 1951. Publicaciones sobre psiquiatría tropical avalan su valía como investigador. Fue gracias a estos viajes obligados por el desempeño profesional de su padre como Roger adquirió un magnífico conocimiento de lenguas como el inglés o el holandés.

Posteriormente estudiaría piano en el Conservatorio del Liceo e Historia Moderna en la universidad, obteniendo el doctorado con su libro Els orígens de l’ópera a Barcelona (1979), un estudio de referencia para conocer la historia operística en la capital catalana y, a mi juicio, su mejor aportación. Más adelante publicaría otros trabajos dedicados a la divulgación de este género, tales como Historia del Gran Teatro del Liceo, escrito junto a Francesc Xavier Mata y ofrecido por el diario La Vanguardia en separatas semanales; el Diccionario de la ópera (1997), junto a Albert Estany; Historia de la ópera (2000) y La discoteca ideal de la ópera (2001), junto a Marc Heilbron y Fernando Sans Riviere; la biografía sobre Luciano Pavarotti (2005) y La zarzuela: La historia, los compositores, los intérpretes y los hitos del género lírico español (2011).

Entre 1971 y 1977 fue responsable de la sección de música de la Gran Enciclopedia Catalana, y, desde 1979, profesor de historia de la música en la Universidad de Barcelona, donde ejercería una valiosa influencia sobre numerosos alumnos que también se dedicaron a la investigación, a la crítica o al periodismo musical. En ese puesto permanecería hasta su jubilación.

Precisamente fue gracias a una de sus alumnas en la universidad como conocí sus bondades como profesor. Así es, entre 1990 y 1992 estuve trabajando como pianista en el entonces Hotel Princesa Sofia de Barcelona (hoy Reina Sofía), y una de las compañeras de recepción que allí trabajaba me habló de él. A ella le encantaba escuchar las Ilustraciones sobre Robert le Diable de J. Ascher que yo interpretaba en el vestíbulo del hotel, y, entre charla y charla, me comentó en cierta ocasión que su profesor, Roger Alier, era un gran conocedor del mundo lírico. El caso es que, a raíz de esta atípica presentación, surgió la idea de conocerlo personalmente.

Por aquel entonces, Roger era conocido gracias a su trabajo en el diario La Vanguardia, donde comentaba desde 1987 los estrenos de obras dedicadas al género lírico, no solo del Liceo, sino también de escenarios más modestos. Antes había ejercido esta misma labor en la revista Serra d’Or y en el diario AVUI, habiendo dirigido además la sección musical de la editorial Daimon entre los años 1980 y 1988.

Contacté con él con el propósito de que me hiciese de mentor en mi estudio sobre la vida y obra del compositor Jakob Meyerbeer (1791-1864), sobre el que quería pedir una beca. Al encontrarnos, le expliqué que mi interés por este autor me sobrevino a raíz de la escucha de Le Prophète y al conocimiento que posteriormente tuve de otras obras de su catálogo, como Robert le Diable, Les Huguenots, Dinorah o L’Africaine. Algo sorprendido por la propuesta, fue muy amable en todo momento, y aunque él no tenía de Meyerbeer la misma opinión que yo (las pocas referencias que hizo de su obra no fueron especialmente halagüeñas) al menos se tomó muy en serio el asunto.

El problema es que tuve un error al presentarme a esa beca, ya que una de las condiciones era el poseer un título superior de música, y en aquellos días yo estaba estudiando el último curso. El resultado fue que el proyecto biográfico sobre Meyerbeer fue archivado, por lo que en adelante dediqué mis esfuerzos al piano y a la composición. Por esta razón, mi contacto con Roger fue desde entonces mucho menor, hasta desaparecer por completo poco después.

Él seguía ejerciendo la crítica y como divulgador era un personaje frecuente en los medios, una labor que ejercía con ilusión. Era una persona entrañable, inmersa en un mundo en el que se encontraba siempre a gusto. A lo largo de los años había amasado una enorme cantidad de información sobre el repertorio operístico y tenía la habilidad de saber transmitirlo a la mayoría, convirtiendo en atractivos temas que a veces procedían del academicismo más rancio.

Recuerdo los programas sobre la historia de la ópera que realizó junto a Marcel Gorgori en Catalunya Música y en el Canal 33. Eran una delicia. Nunca te aburrías escuchando aquel continuo toma y daca entre ambos. Sin duda, su vocación pedagógica influyó mucho en el éxito de estos programas.

Digna de reseñar es la aparición en 1991 de la revista Opera Actual, que Roger fundó junto a dos de sus alumnos: Fernando Sans Riviere y Marc Heilbron. Desde su nacimiento hasta el año 2000, Roger estuvo al frente de esta publicación en la que, por cierto, colaboré durante algún tiempo a principios de los años 90. A día de hoy, esta emblemática publicación sigue cumpliendo con eficacia los objetivos que se propuso.

Otra de sus actividades, una de las que más le acercaba al gran público, era su labor como crítico en la agencia de viajes Fra Diavolo, fundada por Francesc X. Mata en 1991. Esta empresa organiza multitud de actividades relacionadas con el canto. Sus variados periplos musicales, así como la asistencia a los Festivales de Bayreuth, Viena o Verona, la convierten en una de las más atractivas iniciativas de ocio cultural que actualmente podamos encontrar. Precisamente, Francesc me comentaba que uno de los deseos que Roger quería cumplir en próximas fechas era el de trasladarse a la Arena de Verona y al Festival de Bayreuth. Por desgracia, ya no pudo ser. Hace unas semanas se le diagnosticó una afección en el hígado. En un principio se le dio de alta, pero poco después el asunto se complicó. El día 29 de junio falleció.

Su pérdida ha sido muy sentida por todos aquellos que lo conocieron, ya fuesen alumnos, colegas o personas vinculadas a la cultura, pero también por multitud de aficionados que encontraron en él a un privilegiado divulgador de la mejor música.

Para terminar, qué mejor recuerdo que las palabras que Fernando Sans Riviere, actual director de Opera Actual, lededicó hace unos días:

Extremadamente generoso, siempre dedicó una gran parte de su tiempo a enseñar y dar a conocer la ópera y a ayudar en cuantos proyectos se llevasen a cabo sobre el género lírico, ya fuese sobre su querido Liceu,  dando conferencias en cuantas entidades y ciudades o pueblos se lo requiriesen, así como apoyando o liderando una maratón wagneriana en la Universitat de Barcelona, creando esta revista y ofreciendo ciclos sobre historia de la ópera y los cantantes

El día 13 de julio recibirá a título póstumo la medalla de oro del Gran Teatro del Liceo. Sin duda, una vida plena.

Descanse en paz.


Escrito por Domènec González de la Rubia
Desde España
Fecha de publicación: Verano de 2023
Artículo que vió la luz en la edición nº 45 de Sinfonía Virtual
www.sinfoniavirtual.com
ISSN 1886-9505



 

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